Después de las vacaciones, siempre me cuesta volver a la rutina, a la que ahora es mi casa.
Me reconozco caminando por Barcelona, paseando por la Costa Brava, o por las Baleares este año, intentando memorizar paisajes, olores, colores, ruidos…es como si todo ello cargara mis energías, es como cargar la batería de la cámara. Porque se que después, hasta pasado un año, no hay paseo. Y son muchos días que van a necesitas de esta energía.
Siempre quiero volver. Me encantaría visitar mi ciudad dos veces al año, por lo menos. Pero entre el coste del viaje, las pocas vacaciones que tienen en Chile, y todo, pues no se puede. Y siempre quiero volver, volver a vivir allí. No será en mi antigua casa, no llevaré la misma vida que antes, pero igual. Quiero volver.
Además, solemos aprovechar para escapar del frío invierno de Chile y aprovechar un pedacito de verano de allí. Cuando volvemos, normalmente, ya está por terminarse el invierno, o almenos en el calendario ya se ve la primavera más cerca. Este año, este año nos hemos ido en otoño. Y a la vuelta…a la vuelta nos esperaba frio frio…frio y lluvia!
Aunque a mi los colores del invierno no me han desagradado nunca (aunque prefiera mil veces el verano porque soy muy friolera) pues aquí…aquí como que paso aun más frío. Hay más contaminación, el aire se nota difícil de respirar, hay muchas más afecciones respiratorias en niños y adultos…y quieres que llueva! Pero en realidad no quieres que llueva, porque la ciudad se inunda y colapsa a los 5 minutos. Y los cambios de temperatura…las temperaturas tan bajas por la mañana y la noche…como que da pereza salir. Además aquí es costumbre estar mucho más encerrado en invierno, salen menos, y supongo que todo se pega. Y me da más pereza todo.
El otro día, por la mañana, cuando salió el sol después de varios días de lluvia, cuando los colores que normalmente esconde Santiago salieron a relucir, cuando las últimas hojas del otoño decoraban la calle y la cordillera de los Andes amanecía espléndida y cubierta de nieve…entonces pensé, que con todas las ganas que tengo de volver, con lo poco que me gusta el invierno aquí, aunque viviera en Barcelona echaría en falta estas vistas.
Lo mejor de Santiago, en invierno, recién llovido, la cordillera nevada, las calles llenas de hojas, los colores sin smog. Es un paisaje que poco a poco reconozco he ido reconociendo como mi casa, que se ha ido adentrando en mi corazoncito. Eso, y los atardeceres con esos colores imposibles. Aunque siga sintiendo que mi casa casa está en otra ciudad.
Son extrañas las sensaciones que uno tiene cuando vive tanto tiempo lejos de casa…
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pero pero pero….esto yo no me lo esperaba!!! Como mola!!!!! Muchas graciaaaaaaas!!!!! Que me has alegrao este dia frio y gris de invierno!!! Ahi voy yo a ver las instrucciones, que no pillo mucho como funciona y me pongo a ello! Graaaaaaciaaaaaaas!!!! Saludines!
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Jajajajajaja!! ¡¡De nada, encanto!! Es una chorradilla, pero si ha servido para alegrarte el día, mira… ¡ya ha cumplido un buen objetivo, y el que se alegra también soy yo! (Que también se trata de eso…)
😉
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¡¡Hola guapa!!
Te he dejado un LIEBSTER AWARD en el blog, por si te apetece pasarte y echarle un ojo…
No sé esto de los premios te va o si te viene, pero bueno… Simplemente igual así te voy conociendo un poquillo más.
¡Un saludooo…!
http://yyoconestasbarbas.wordpress.com/2014/06/26/premio-liebster-o-la-entrevista-que-no-tenia-fin/
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