Aunque Septiembre aquí signifique primavera, esta semana casi ni ha aparecido el sol . Hemos seguido con el tono invernal, ni sol ni lluvia, ni chicha ni limoná, solo gris. Pronosticaban lluvia toda la semana, pero apenas ha caído una llovizna.
Hasta hoy. Hoy llueve de verdad aquí en Santiago (digo de verdad porque aquí suele lloviznar, y la verdad es que llueve poquito a lo largo del año) Pero cuando llueve…cuando llueve en 5 minutos la ciudad parece un rio, los pasos peatonales son auténticos charcos gigantes (no sé quien hizo la planificación de donde poner los desagües…) y caminar por la acera es casi como caminar bajo la ducha de lo que llegan a salpicar coches y autobuses.
En nuestra increíblemente madura mentalidad de adulto, estos días se convierten en un dolor de cabeza. Apenas nos levantamos y miramos por la ventana, suspiramos. Ya estamos imaginando el tráfico, los zapatos mojados, y todos los demás inconvenientes de un día laborable lluvioso. Pues bien. Yo hoy he decidido mirar el día a través de los ojos de las pequeñas terremoto de la casa. Me declaro niña otra vez. Las he vestido con botas de lluvia (y yo también), les he colocado sus abrigos impermeables, y ale, a la calle. Primera parada, el colegio. Mientras el padre de las criaturas esperaba en el coche con la enana, yo llevaba a la mayor hasta su clase (la mayor que en algún momento del proceso salir a dejado su abrigo ves a saber donde…así que se ha quedado sin abrigo…padresempanados.com) pero hemos entrado saltando en toooodos los charcos posibles (para algo tenían que servir las botas que hasta hoy solo habían pisado tierra seca) Hemos recorrido el corto trayecto y llegado llenas de barro «como peppa mami!!!» (mami piensa que en el trabajo van a pensar que se ha vuelto loca)
Conclusión: la mayor se ha quedado feliz, pensando si la dejarían salir al patio a seguir chapoteando, o sino, esperando que siga lloviendo a la salida, que su madre a pesar de la falta de abrigo (malamadre….) seguro la deja chapotear hasta el coche.
Seguimos en el traaaaafico, un largo paseo hasta dejar al padre de las criaturas al trabajo mientras intentaba que la enana no se durmiera y jugábamos a tocar las gotas de los cristales sin mojarnos. Y después, a la guardería. La enana, por mucho que sea fan de Peppa y de imitar a su hermana, NO es fan de la lluvia. No quería bajar del coche, quería su paraguas (que por supuesto, también nos habíamos olvidado) y eso de que su mochila se fuera mojando no le hacía pizca de gracia…hasta que hemos encontrado un charco. Ahí, aquí la menda, se ha parado y agachada como iba porque solo teníamos un paraguas y tenía que llevarlo ella (caminando, por supuesto) le ha contado que ese charco enorme era como los de Peppa pero de agua, y que como llevaba botas, podíamos pisarlo sin mojarnos, y hasta saltar! Lo ha probado, despacio, y cuando ha visto que de verdad no se mojaba los pies y ahí si se ha pegado el gran salto! Primer intento de cogerle un poco el gusto al agua….porque en cuanto hemos pasado el charco...»corre mami que cae aguaaaaa» Ya se le había olvidado todo.
Pero ha llegado contándole a la profesora su aventura con el charco. Y seguramente a la salida querrá repetir. Poco a poco!
Esto es solo un ejemplo de algo que nos ha pasado esta mañana. Yo he pasado más de una hora y media en el coche, he llegado tarde, mojada y con las botas algo…embarradas. Pero lo hemos pasado bien. Hemos empezado el día con buen pie. A veces, sobretodo con niños en casa, es mejor mirar las cosas desde otra perspectiva, convertir un día gris en uno divertido, olvidarse un poco de la mirada del adulto y mirar como los niños, disfrutar de estas pequeñas cosas.
Y hay mil ejemplos como este…como quedar bañado en pintura cuando pintas con las manos, dejar el baño como el mediterráneo en una ducha «corta», desordenarlo todo «porque estoy haciendo un invento» y mil cosas más!
Deberíamos hacerlo todos los días, o ¿almenos un día de cada dos? es un buen ejercicio, relaja la mente…y uno se ríe más 😉
Feliz día lluvioso empezado con buen pie!
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Bueno, poco a poco. Yo recuerdo que a mi de pequeña me encantaba mojarme y que se me quedara el pelo chorreando, me creía la más grunge del barrio. Pero así luego andaba resfriada todo el día.
Aquí esta semana también ha diluviado, pero en general está haciendo un tiempo muy primaveral. Besotes!
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a mi em sigue gustando ir con el pelo mojado…aun en invierno 🙂 Sí, poquito a poco le pillaran el gustillo 🙂
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