Necesito mi «momento ducha»

Desde siempre, me ha encantado entrar en el baño, cerrar la puerta, poner la música a todo volumen y disfrutar de una buena ducha. Cantar, bailar, relajarme, pasarme tanto rato como pueda en la ducha. Esas duchas de fin de semana cuando no hay despertador, ni reloj, ni trabajo, ni colegio que te haga correr.

También me acuerdo de mis duchas estando embarazada, sobretodo del primer embarazo, como me gustaba poner música, otra música, alegre pero más suave, sentir el agua caer y emocionarme con pensar que tenía un bebé dentro de mi, y que pronto lo tendría en mis brazos, que me estaba convirtiendo en madre cada día, con cada paso.

Me gustaba pensar en bañarle de bebe, de más grande, en si le gustaría o no la ducha, en tener más de uno y que jugaran y salpicaran juntos en la bañera (ahora pienso que lo de salpicar se imagina más divertido de lo que resulta cuando el baño termina como el amazonas).

Pero lo que no me imaginaba ni me paraba a pensar, es como echaría de menos esa ducha.

Cuando una es madre reciente, los días pasan a ser un continuo. No existen las horas, el día o la noche, solo un flujo continuo del tiempo. Ya sea porque sientes que pasas las horas apuntando tomas para respetar «los diez minutos por lado cada tres horas» o ya sea porque andas con la teta fuera todo el día con una lactancia a demanda de un bebé demandante. También hay bebés que duermen mucho y te dejan hacer tu vida…pero yo no he tenido de esos en casa… 🙂

No recuerdas cuando te sentaste a comer la última vez, qué era dormir una noche entera, qué día es hoy, de qué lado ha tomado la última vez, o como se sentía darse una ducha…¿ducha? ¿que es eso? porque una ducha no es entrar corriendo al baño justo cuando el bebé se acaba de dormir y estar fuera de nuevo apenas dos minutos después, por si está llorando y no lo oyes, porque está llorando, porque te sale leche con el agua tibia, por si se despierta, por si necesita algo, por si, por si…

Porque aunque tengas ayuda en casa, si eres madre primeriza reciente y oyes a tu bebe llorar…es como si se parara el mundo. En esos momentos vas asumiendo como tus prioridades han cambiado. No sabes cuando, no sabes como. Pero ya no eres tu, no eres la misma tu, y es ella primero. Siempre.

Y en medio de ese cansancio, de esas ganas de dormir 12 horas seguidas, echas de menos darte una ducha. una ducha que a lo mejor duraría 5 minutos, pero serían 5 minutos de solo ducha.

Entonces llega un día, probablemente pasado el primer mes, o el segundo, o el tercero, en que el bebé ya tiene un poco más pillados los ritmos, en que tu ya conoces mejor a tu bebe, un momento en que tú ya no puedes más con ese flujo continuo del tiempo. Ese día, tu marido, tu madre, tu suegra, o quien sea que esté contigo en casa, te dice que te tomes una ducha tranquila, que se encargan de cuidar del bebé.

Y entras en la ducha…y estás tan emocionada que no sabes si darte un baño de espuma de una hora, o ponerte a bailar y cantar bajo la ducha…porque por fin, por fin te estás dando una ducha. Mejor dicho, por fin estás tomándote un momento, siendo consciente de qué día es, qué hora es, pudiendo relajarte y por un momento, solo por un momento, desconectar.

Y en ese momento piensas que pronto pasará la locura de las primeras semanas y podrás darte una ducha tranquila todos los días, porque no hay locura como la de los primeros meses ¿no?…Pues… Pasa el tiempo, crece la primera mientras llega la segunda, y la segunda crece también,…y ya no te das duchas fugaces para correr a ver como está el bebé…sino que tienes a tus dos hijas dentro del baño. Siempre.

Porque una buena ducha no es correr a ducharse entre que vistes a la mayor y vistes a la pequeña, o ducharte a prisas porque está todo listo pero tu sigues en pijama y vais a llegar tarde, o ducharte mientras curaste a la muñeca «que se ha hecho pupa» y arreglas una pelea entre hermanas «es que ella….». Una ducha de dos minutos, no es una ducha. Una ducha sin música, sin poder pensar en algo…o en nada, no es una ducha.

Las niñas tienen un detector, es cuestión de intentar esconderte para ducharte, (o para ir al baño, para que engañarnos), es cuestión de entrar y cerrar la puerta y mágicamente las escuchas acercarse. Pones la música y así no sientes la presión de esos pasos…y se abre la puerta «mama la música está muy alta!». Entrarán a explicarte algo, saldrán y se dejarán la puerta abierta, se quedarán a esperarte, querrán bañarse contigo (me gusta bañarme con ellas…pero un lunes a las 7 de la mañana??), se pelearán y el padre de las criaturas vendrá a pedirte auxilio, te encenderán o apagarán la luz, apagaran la música, la iaia querrá saber qué le tiene que poner a la enana, y un largo etc. Y entonces te das cuenta que el baño es casi como las ramblas, un lugar que dejó de ser «privado» el día que nació tu primera hija…¿o antes?  No he sido nunca de poner el pestillo en el baño..pero me lo estoy replanteando.

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Esta genial imagen de Mammasutra resume muy bien la escena…

Pero habrá días que las niñas estarán entretenidas con otra cosa, que no se darán cuenta que te fuiste a duchar, días que podrás tener tu momento ducha (o un momento baño que también es difícil). Un momento de silencio, un momento de relax, algunas nos daremos un largo baño con espuma, otras pondremos la música a tope y desentonaremos una canción de hace años, otras nos marcaremos un baile para liberar tensiones, otras sentiremos el agua caliente. No sé, cada una es cada cual.

Pero disfrutar de ese momento ducha, ese momento que nos permite relajarnos, coger fuerzas, acumular paciencia., y salir de esa ducha de 5, 10 o 20 minutos si tenemos suerte, como si hubiéramos ido una semana a un SPA, no tiene precio.

Y me doy cuenta como cambia el ser madre. Una ducha tranquila es algo casi imposible en mi casa, pero cuando la consigo, cuando consigo ese momento ducha, salgo de la ducha con la paciencia recargada, con ganas de jugar, de solucionar peleas, arreglar muñecos, cocinar muffins, inventar juegos, empujar columpios…de lo que sea! Una simple ducha…¿sale barato eh?

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16 comentarios en “Necesito mi «momento ducha»

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  7. Jejejejeje cuánta verdad! Me río sólo de pensar cómo llegan a ser de pare idas las vidas de las mamis de todo el mundo… Yo siempre lo digo, el lavabo es mi caverna, donde me escondo cuando quiero estsr un rato conmigo a solas… Me queda poco para que mi mayor aprenda a abrir la puerta, q tiene la maneta más alta de lo normal y además es redonda!! Aprovecharé al máximo el tiempo q me quedaaaaaa!

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  8. Ay, yo el otro día volví de depilarme y entre que era la primera vez que salía de casa tan tarde en meses, que hace un calor horrible y la noche de Buenos Aires está la mar de agradable y que por fin conseguí un momentito alejarme de mi fiera (que está además en pleno ataque de mamitis), no sabes cómo me lo gocé. ¿Quién me iba a decir a mi que la cera iba a ser un momento relajante?

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    • Jajajajaja si. Quien nos iba a decir wue cosas tan basicas como ducharse o hacerse la cera iban a ser lo.maximo…pero bueno..asi se aprecian mas los pequeños momentos no?? Jeje por cierto…esas fotos de buenos aires de los ultimos dias son una maravilla quiero ver la siguiente!

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  9. ¡Cuanta razón tienes! el primer día tras dar a luz que entré en la ducha «tranquilamente» recuerdo perfectamente mis palabras al salir : «cariño, esto ha sido como ir a un Spa» jajaja.
    Ser madre te cambia la vida 🙂
    Un abrazo!

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