El colecho tendrá detractores, igual que fanáticos, pero hoy tengo que confesar lo que más me gusta del colecho. Es ese momento en que me acuesto con las niñas (sobretodo ahora en invierno) las tres tapadas hasta arriba. La una, la pequeña, se revuelve y acurruca con su mano en mi barriga y su casa, bien pegada a mi. La otra, me reclama «abrázame a mi también, que sino no me duermo»
Mientras mi corazón se derrite (e intento encontrar una posición que deje satisfechas a ambas sin romperme la espalda) me pongo en posición. Y ahí viene la mayor, a enroscar mi brazo entre sus brazos, y a bloquearme con una pierna encima (no vaya a ser que tenga intención de levantarme cuando se duerman)
Sí, en este doble abrazo poco puedo hacer (ni leer siquiera, no tengo ni manos libres a veces) pero es el mejor momento del día. Las dos encima mio, ahora que es invierno, no necesitamos ni calefacción. Me da cada una un beso espontáneo de buenas noches, y voy sintiéndo como se duermen, sientiéndose seguras.
Me encanta!
Y bueno…ya por añadir…hay un par de cosas más del colecho que me gustan…pero vendrán en otro post. 😉
Asi piensa una mamá 
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Me encanta la gente a la que le va bien con el colecho… En casa no lo hemos llevado a la práctica, porque implicaría que no podría descansar, con todo lo que me muevo y demás, entre otras muchas cosas.
Algunos findes, para intentar alargar un poco más la hora de levantarnos, metemos a la niña con nosotros en la cama… y reconozco que yo no lo llevo del todo bien; no soy capaz de descansar y ando en tensión. No me suele cundir ese rato, si de lo que se trata es de dormir. Pero reconozco que el hecho de abrir los ojos y que lo primero que veas sea a tus hijos, con sus benditas caras de sobaos… no tiene precio.
🙂
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