Hasta el infinito y de vuelta

Mucho tiempo atrás contaba por aquí que eres mi pequeño espejo, esa pequeña a la que veo y veo en muchas ocasiones esas inseguridades que tenía yo, esos miedos.

Veo también esos silencios de sentimientos o quejas no expresados. Te veo guardarte la rabia, la frustración, la pena. Pero cada vez menos. Siento que hemos recorrido un largo camino.

pequena-terremoto-ojos

Yo no sé expresar emociones, o no es uno de mis fuertes. El momento preciso, la persona concreta y las ganas tienen que juntarse para que me de por contar algo en ese momento. Sino, se guarda. Se acumula. No pido ayuda a menos que sea estrictamente necesario, nunca aprendí a hacerlo. Cuando me vi reflejada en ti, cuando quise dejar de hacerte comentarios que a mi no me gustaba escuchar, siento que un muro se fue rompiendo.

Ese muro que te hacía crecer más fría y distante de las emociones, con lo empática que tu eres. Cuántas veces he sentido yo que quiero escuchar y ayudar a la persona que tengo enfrente, a esa persona que me está contando sus problemas, y percibo como esa persona no siente mi atención tanto como necesita. ¿Muchas preguntas? ¿Muy pocas? Nunca sé cómo se acierta. Aun así, a lo largo de la vida me he dado cuenta que muchas de las personas que se cruzan en mi camino, terminan sentadas delante mío pidiéndome consejo. Ayudar es algo que he llevado siempre tatuado en mi adn, muchas veces prefiero ayudar a los demás a pelear su batalla antes que pelear la mía.

Y yo quería que tu, que la empatía te nace natural y tienes para regalar, no sintieras esa limitación, no sintieras que hay una barrera en la que no puedes ayudar tanto como querrías. Que te soltaras, preguntaras, callaras, o te lanzaras a ayudar cuando sintieras que se necesita cada cosa. Y lo veo, poco a poco lo vas logrando. Tu timidez queda escondida si ves que alguien necesita ayuda, la olvidas, te lanzas. Ayudar es más importante. Fuiste derrumbando esos muros, poco a poco. Nos queda camino por recorrer, pero vamos marcando los pasos.

Ese muro también te impedía ser cariñosa, nunca supe si no sabías como pedir el cariño, o como recibirlo, nunca supe si no te nacía. Pero todo eso ya queda atrás. Si no te apetece, rechazarás un gesto cariñoso, pero lejos quedaron esos tiempos en los que me sentaba contigo en el sofá a abrazarte, y tras devolverme el abrazo te ibas instintivamente apartando buscando ese espacio vital que necesitabas. Compañía sí, pero abrazas…no. Hoy, buscas mis abrazos cuando llego, cuando tengo que salir, cuando estamos viendo una película en el sofá o esos concursos de cocina a los que te has aficionado. Te gusta quedarte dormida abrazada a mi, tomándome la mano. Poco a poco vas regalando abrazos a quien necesitas, a quien te apetece, a quien quieres. Muro derribado. Que no se levante nunca más.

La ansiedad y esos miedos es otro muro que nos va a costar un poco más trabajar, pero estoy segura que en cuanto te decidas a pelearlo, todo se va a ir resolviendo. Vamos a vencerlo, no hay prisa pero tampoco pausa, paso a paso.

Y los años pasan, y tu me enseñas, y yo aprendo, y juntas construimos ese camino y tu eliges los tuyos y vas dibujando por donde quieres caminar, qué quieres aprender, qué quieres conocer, qué quieres mejorar. Y ya disfrutamos de conversaciones, de noche, con los pies en el agua, estiradas en el césped, en el sofá. Y la verdad, me encanta esta nueva fase, estas conversaciones, estas nuevas etapas que exploramos juntas.

Y me gusta que te enfades conmigo, y ver cómo podemos discutir sin pelear, argumentar y negociar. Ojalá esa habilidad siga con nosotras toda tu adolescencia, para que podamos expresar nuestros puntos de vista y llegar a un punto de acuerdo, sin ofendernos ni recriminarnos, sin enfadarnos en exceso.

Me gusta la persona en la que te estás convirtiendo. Qué voy a decir yo, pero es que es así. Empática, tenaz, perseverante, amante de los deportes, de su estilo propio, de no seguir modas, tu autenticidad y tu no parar de hablar, tu energía inagotable, tus argumentaciones, tus respuestas rápidas.

bebeterremoto

9 años desde que hiciste que se moviera el piso. No solo en mi vida, no solo en la familia, sino en todo Chile. Que nadie te diga nunca que debes ser de otra manera. Quiérete tal y como eres, que así es como más feliz vas a ser. Y si alguien opina lo contrario, se las verá conmigo 😉

Per molts anys petita

18 comentarios en “Hasta el infinito y de vuelta

¿me dejas un comentario?

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.