Vamos con el capítulo 3 de la historia de Mini Thor, donde Sil nos contará cómo fueron sus primeras horas como madre. Si es el primer post de la historia que lees, puedes leer aquí el capitulo 1 sobre el embarazo y el 2 sobre el parto.
De San Expedito a San Jorge
Nos quedamos con la enfermera entrando por la ropa del bebé y sentenciando «¿Sólo has traído esto? ¿Esto tan pequeño?» con voz confusa atajo «en el fondo de la bolsa hay pijamas talla 3 meses». Y con ellos y un pañal se marchó. Al rato apareció mi marido por la puerta y charlamos hasta que llegó el bebé. Entraban y salían enfermeros y enfermeras dando explicaciones, tocando, pinchando, dándome medicación. Sin embargo yo solo veía a mi bebé. Me dormía y me despertaba ansiosa de seguir mirándolo. Estaba en shock. Pero no quería separarme de él. El cuerpo no me respondía; no obstante, lo protegía.
A las 7 de la mañana del lunes, mi marido mandó un mensaje informativo a familiares y amigos. Yo llamé a mi padre. «Papá eres abuelo. Estoy en el hospital» Respuesta abatida al otro lado del teléfono «Sí hija, yo también estoy en el hospital. Tu abuela se está muriendo» Pausa dramática. «Papá dile a la abuela que se muera tranquila, su deseo de ser bisabuela se ha cumplido. Déjala marchar» Mi padre con un nudo en la garganta se despide lamentándose por no estar a mi lado. Mientras, mi marido ya ha hablado con su padre. Rompo a llorar. Desde aquí TODO se torna confuso. Personal del hospital entra y sale de la habitación: la tensión, la pastilla, el desayuno. El peor momento cada vez que se llevaban al niño para bañarlo, pincharlo o hacerle la revisión. Se me rasgaba el alma en su ausencia. Pero no me podía mover. Cuando Gini entró y me vió rompió a llorar. Sentía todo lo que me había pasado y me preguntó cómo estaba.
Le pedí que me quitaran la sonda. Quería levantarme por mi misma para hacer pis. Y empezó mi calvario personal. Las piernas no me funcionaba, sangraba irremediablemente, me dolía TODO. Había tenido una infección de orina durante la mayor parte del embarazo pero no había sentido la vejiga ardiendo como ahora. Llegó mi madre y salió el sol. Me trajo los dulces que me gustan. Me peinó y se sentó a escucharme mientras mi marido salía del hospital a comer a un restaurante cercano y a despejarse. Entonces sucedió.
Se presentó el neonatólogo de la clínica en mi habitación. Altivo, omnipotente. «Fírmame esta autorización» me dijo sin mirar. «¡Cómo? ¡autorización?¡De qué? Para que?!» Le interrogué. Contestó rotundo que tenía que hacerle pruebas en la cabeza. Dijo que el niño estaba lesionado. Gini apareció por detrás, lloraba desconsolada. El neonatólogo la acusaba de machacar la cabeza de mi hijo. Estaba aterrada; se me llevaba a mi hijo para hacerle pruebas que requerían sedación y cuyos efectos secundarios eran nefastos. Desbordada por la presión miré a mi madre entre sollozos descontrolados. Se levantó y dijo con autoridad de su nueva condición de abuela «soy su abuela y yo autorizaré lo que nos convenga siempre y cuando yo esté con el bebé» Y así fue.
De nuevo me encontraba sola en la habitación, sin poderme mover. Mi pensamiento en estado catatónico. Entra mi marido de su merecido receso, y con solo verme la cara desencajada se da cuenta que algo no va bien y pregunta alarmado «¡Donde está el niño?»
Drama.
Entra mi madre con el niño. Lo ha resuelto todo favorablemente. El bebé está bien, las pruebas perfectas. El cráneo del bebé no está dañado, y las lesiones exteriores se absorberán en unos días. Se terminó la pesadilla.
Llegan las visitas, los hermanos, los sobrinos, los primos, los amigos, las llamadas, los mensajes. Todo es alegría y alborozo. No obstante, yo no puedo andar, una enfermera me trae un andador. Me mira a los ojos y me dice «un paso detrás de otro» Hoy pasillo arriba, pasillo abajo y mañana sin andador.
Desde ese momento hasta la actualidad, eso he hecho. Un paso detrás de otro. Primero con el andador, llorando a moco tendido a causa de la auto compasión. Al día siguiente sin andador. Al otro igual. Así un día y otro, y otro. Con el carro del bebé, calle arriba y calle abajo. Luego fueron dos calles, después tres. Constante en mi recuperación no he cesado en mi empeño de volver a ser quien era.
El día de San Jorge nos fuimos a casa. San Jorge, el día de las rosas y los libros nos devolvió a casa con una nueva vida. Mi marido con su permiso de paternidad y yo con un bebé al que apenas podía sostener ni física ni emocionalmente. Estaba destruida.
En unos días más, el capítulo 4, sobre la Lactancia
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Es genial conocer el paso a paso de su bebé en este mundo, me parece inspirador, gracias 🙂
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gracias a ti por tu comentario
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Gracias Víctor por el halago!!!
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Uff esos primeros momentos en el hospital son horribles!! Una está mentalmente dormida, solo hay cansancio y instinto de protección.
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siii, y los de Sil fueron especialmente difíciles la verdad!
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Así es, menos mal que el tiempo va dando paso a nuevas experiencias y sentimientos que terminan por compensar tantos disgustos. Gracias por comentar!
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Uuufff , estoy llorando a moco tendido, aunque no fue lo mismo, también lo pasé mal . Pero poco a poco todo pasa.
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Hola Paula, no sé si darte las gracias o pedirte disculpas por hacerte pasar mal rato. Yo desde luego sigo llorando cada vez que rememoro semejante situación. En cualquier caso que sepas que más de una amiga mía ha confesado llorar tras leer el post. Gracias por empatizar y compartir!
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Esta historia está buenísima y me hace recordar mis primeras veces con todo en la maternidad! No puedo esperar a seguir leyendo…. Un beso
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Aun quedan capitulos con muchos mas detalles! Gracias por tu comentario. Un beso!
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Gracias a tu comentario y otros similares me fui animando a continuar escribiendo. De modo que gracias por leer y comentar!!
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Me alegro! Sigue escribiendo que por aquí estaremos leyéndote 😉👍🏻
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Ay madre mía, que mala leche la del médico! Es tan difícil mostrar un poco de empatía? Menos mal que al final las pruebas estaban bien. Deseando el próximo capítulo.
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si…la empatia debería ser asignatura obligatoria en medicina no? BEsos!
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Pues han pasado varios meses desde que escribí este post PERO no he dejado atrás el recuerdo, de modo que cuando ayer una vecina me dijo que estaba embarazada y que tenía previsto dar a luz en la misma clínica que yo…. Mi cuerpo reaccionó como atravesado por un rayo. Sólo deseo que ese bebito no caiga en manos de ese matasanos. Tengo pesadillas desde entonces!! Gracias por comentar.
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Cada vez que publicas un post, me quedo con ganas de más..me gusta mucho como cuentas tu historia. Enhorabuena.
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Esa enhorabuena va para Sil, que es la protagonista de esta historia y se la daré ahora mismo (aunque seguro ya ha leído tu comentario) Gracias por tus palabras!
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Hola! Eso pensó Lai cuando me pidió publicar estos fragmentos de mi historia personal. Me alegro de que os guste. Para mi está resultando una experiencia inolvidable y ahora que he aprendido a contestar me parece genial. Gracias por escribir!!
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